1 de diciembre de 2012

Llego el ...


Para Colorear

Manténgase a la espera


Es posible que usted haya escuchado este ruego en alguna ocasión. Llega cuando llamamos a números especiales para requerir un servicio. Como saben que necesitamos su respuesta, a veces abusan con lo de manténgase a la espera. Hasta que tengan a bien responder a las pequeñas necesidades que se nos han presentado.

Pequeñas, porque la mayoría de hombres y mujeres de este siglo XXI, están de vuelta de todo y no esperan absolutamente nada que valga la pena. Sólo, pequeños arreglos. En medio de este erial, hoy da comienzo el Adviento, y con él, el año litúrgico. A través de las lecturas y las oraciones de la misa de estas cuatro semanas que preceden a la Navidad, la Iglesia nos invita a reavivar nuestra esperanza. Y el modo de lograrlo consiste en buscar el rostro de Dios y abrirle nuestro corazón. Porque Dios está viniendo cada día: En la persona marginada que se nos cruza en el camino; en la escucha devota de la Palabra; en la comunión que compartimos en la misa; en la mirada de alguien que, sin decirlo ni aparentarlo, solicita urgentemente nuestra ayuda…

Para reconocer su presencia, hay que estar vigilantes, con el corazón arrepentido y con la alegría del perdón; con el deseo ardiente de conocer sus caminos para cumplir su voluntad; con el sosiego vigilante de quien no tiene prisas para las cosas de Dios. Él siempre acude a la cita y se deja encontrar por el que le busca con un corazón sincero.

Durante los primeros domingos, la Iglesia nos hablará de la venida de Jesucristo al final de los tiempos. Luego nos dirá, con cierta urgencia, que va a nacer el Mesías; y entre esas dos venidas está “el hoy de Dios” que Él tiene reservado para cada uno de nosotros. Lo que importa es que nos encuentre vigilantes y abiertos a la esperanza.

Artículo "Desde las azoteas" publicado en la revista "DiócesisMálaga"

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