Monda…
Villa que te refugiaste en la falda de tu fortaleza, buscaste lo llano, lo noble, lo hospitalario.
Rodeada de montañas, de forma que el viento cuando acaricia sus cumbre, te rocia con ese perfume fresco de romero, de tomillo, de plantas aromáticas, de azahar de tus hermosos naranjos en primavera tricolores, el verde esperanza de sus follajes, el blanco de sus flores que refleja la pureza, como la cal de tus limpias paredes, y el color de sus frutos para enjugarte, refrescarte y mantenerte fresca y hermosa…
Tus tejados, que peinados con la brisa matinal, mantiene por la tarde aún el olor a resina de tus pinares…
La fuente de
Tu Calvario Barroco-Andaluz, meta de peregrinar en oración del Via Crucis en la noche serena del Jueves Santo, él es testigo infatigable de las faenas de la trilla donde se mezclan, el esfuerzo, la simiente y el sudor…
Las tres cruces que te circundan, que con su presencia callada, guardan aun el eco de las múltiples plegarias…
Tu generoso arroyo “Alcazarín”, él, en las sequías etapas veraniegas, exprime sus entrañas para refrescar los naranjos y frutales de Alpujata, antaño, sus torrenciales aguas movían los tres molinos que habían en sus riberas, aun hoy se aprecian sus ruinas …
El “Tejar”, donde se cocieron tus tejas, tus baldosas y tus ladrillos, enclavado sobre esa arcillosa tierra roja, era la cuna de cualquiera de tus casas…
Muchos de tus hijos buscando el sustento, tienen que emigrar a otros lugares y son y han sido la mano de obra en las tareas del carbón, las minas, y las faenas que no requerían especialización…
Ten la completa seguridad, de que no se van con las manos vacías, en el fondo de sus corazones, llevan tu imagen y tus recuerdos, unos vuelven, otros se quedan, la mayoría te visitan, pero todos te añoran y te aman, porque eres
Miguel Torres Rojo,
Libro Feria 1983.
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