21 de julio de 2012

Solemnidad de Santiago Apóstol



El Día 25 de Julio, celebramos la solemnidad de Santiago Apóstol, titular de la Iglesia Parroquial de Monda y Patrón de España.

Según la tradición, a España, provincia del Imperio, viene Santiago el Mayor, uno de los hijos del Zebedeo, el hermano de Juan. De carácter fuerte y ambicioso, arrebatado, Hijo del Trueno, y predilecto del Señor. Llega Santiago, y aquí, lejos de Oriente, en el "finis terrae" y confín del "mare tenebrosum", donde acaba la tierra, sembró las primeras semillas de las que brotaron los siete varones apostólicos, todos ungidos obispos de las primeras comunidades cristianas de España. Viajo desde Jerusalén hasta Cádiz. Sus predicaciones no fueron bien recibidas, por lo que se trasladó posteriormente a Zaragoza. Aquí se convirtieron muchos habitantes de la zona. Estuvo predicando tanbien en Granada, ciudad en la que fue hecho prisionero junto con todos sus discípulos y convertidos. Santiago llamó en su ayuda a la Virgen María.

Sudor y zozobra. Angustia y desamparo. Tanto sufría Santiago que María, la madre del Señor, compadecida de la soledad del Apóstol y, seguramente con la recomendación de su hermano Juan, y su “hijo”, vino en carne mortal a Zaragoza, la Cesaraugusta de nombre imperial, situada en la orilla del Ebro, a confortar su espíritu, según mantiene la vieja y arraigada tradición.

Su siembra dolorosa fue fecunda: Santiago introdujo a María en España. Vuelto a Jerusalén, "el rey Herodes lo hizo decapitar para complacer a los judíos". Con el martirio de Santiago se cumple la palabra profética de Jesús: "Beberéis mi cáliz". Se lo dijo cuando estaba lejos de desear la muerte, sino un cargo sobresaliente en el reino de Jesús, concebido a la manera humana, en competencia con Pedro, quien, con su hermano Juan, eran los tres predilectos de Jesús: Les había elegido para que vieran la resurrección de la hija de Jairo, la transfiguración y su oración en el Huerto.
Para España, aunque algunos lo obvien, supone homenajear y festejar al primer evangelizador de nuestra tierra. A él le debemos los inicios del gran edificio espiritual que, con el paso de los siglos, hemos ido levantando a través de diversas generaciones de creyentes.
Honrar, la figura de Santiago, es creer firmemente en la Resurrección de Cristo. No podemos ponernos en marcha hacia el sepulcro del Apóstol y pensar que, nuestro objetivo, ha sido cumplido: besar su sepulcro, abrazar su efigie es abrazar la fe en Cristo muerto y resucitado.
Avanzar hacia Santiago Apóstol es pedir, por su intercesión, el vivir la experiencia que él tuvo en el Monte de la Transfiguración.
Rezar al Apóstol es crecer, ahondar y perseverar en la oración como él lo hizo con Jesús en el Huerto de los Olivos
Seguir las huellas de Santiago es saber que, evangelizar, anunciar a Cristo, puede empujarnos a no ser afamados y sí despreciados o marginados.

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