"Cuando el siglo XX entró en Coín, la ilusión de abandonar los malos sabores que el fin de siglo pasado había dejado era una explosión contenida, y no quiso la villa de Coín que tan grande acontecimiento quedara sin recuerdo en su memoria, ni olvidado uno de los prodigios que la tradición y los documentos mas antiguos de la historia de Coín relatan al referirse a la patrona, la Virgen de la Fuensanta.
De uno de aquellos milagros todavía que daba en 1900 vestigio. Lo cuenta el licenciado don Bernardo Gallardo en su obra inédita, escrita en 1680, Noticia del milagroso descubrimiento y del prodigioso hallazgo de la Santísima y milagrosa Imagen de Nuestra Señora de la Fuensanta de la Villa de Coín. Afirma que, al momento de escribirla, aún vivían muchos que la oyeron contar a los mismos testigos presénciales; uno de éstos, el alcalde de Monda, cuyo hijo, cura, se lo había contado en innumerables ocasiones al autor.
Contaban estos testigos que en el año de 1592, estando la imagen de Nuestra Señora en el pueblo con motivo de celebrarse una novena para pedirle que intercediera ante su Hijo por la extrema sequía que estaban sufriendo los campos de esta comarca y sus gentes –“muy afligidos y temiendo la crueldad del cuchillo del hambre”-, al devolverla a su ermita, los mondeños pidieron licencia para llevarla a su villa en agradecimiento de los beneficios que también habían recibido. Trasladada en procesión, a la que precedía una compañía de arcabuceros para abrir paso por la cantidad de lugareños que había, y cuando llegaron a las huertas cercanas al arroyo que llaman de Berenguer, donde se bifurca el camino que va hacia Marbella y Monda con otro que sigue hasta la ermita, “no fue posible menearse los unos, ni los otros, ni poder hacer movimiento alguno hacia la villa de Monda, antes con violencia les hizo retroceder hasta tres veces hasta ponerlos en el camino de la ermita”. Tan claro y patente fue el milagro, que así quiso la Virgen de la Fuensanta decirnos que no quería salir de los términos de Coín, ni aún ser huésped en otra parte.
Fue deseo del pueblo de Monda, entonces, que tan extraordinario prodigio no quedara en el olvido y erigió, para ello, en aquel lugar una cruz de madera, que hasta el siglo pasado llamaron la Cruz de Monda y que en nuestros días llamamos la Cruz de Piedra."
Crónicas de Coín
José Manuel García Agüera
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