“Para “doblar” toda la noche de “Los Santos”, los monaguillos pedían por las casas la “limosnita tos Santos”. En una canasta, los fieles interesados en que doblaran por sus difuntos, le echaban desde tortas, hasta chorizos, pasando por todos los frutos del momento: granadas, castaña, batatas cocidas…”
Esta tradición se perdió, y se van adquiriendo costumbres que poco tiene que ver con lo nuestro. Pero quien sabe si algún año volverá a resonar el tañido monótono y eterno de “Santiago el Mayor” acompañando, en el silencio de la noche, el recuerdo de los que ya no están con nosotros pero siguen viviendo en nuestros corazones.


Este mundo es el camino
para el otro que es morada
sin pensar;
Mas cumple tener buen tino
Para andar esta jornada
sin errar
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
Así que, cuando morimos
Descansamos.
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