19 de marzo de 2010

Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo según Monda


Se abren las puertas de nuestra Parroquia. Entre olores de azahar y violetas, entre palmas y olivos, llevado por nazarenos de rojo y verde sale Jesús a su Entrada Triunfal en Jerusalén.

Es Domingo de Ramos. ¡Hosanna!, decimos a Cristo cuando entra triunfante en la plaza. Luego, tras largo recorrido, despedimos entre aplausos y vítores al Rey de reyes en la Pollinica.

Jueves Santo. “Que os améis los unos a los otros como yo os he amado”, dice el Señor.

Él, por Amor, en la última Cena, se queda con nosotros. Adorémosle en el tabernáculo del Monumento.

A media tarde, después de la Misa in Coena Domini, los colores son el blanco, el morado y el negro. Jesús Atado a la Columna es saludado con el himno nacional.

Va Jesús sereno, con la mirada al Cielo; es la imagen de la paciencia, su espalda llena de heridas, ¿quiénes se la hacen? Nosotros. Él espera que seamos mejores; luego dirá en la Cruz: “Padre, perdónales…”

La noche del Jueves Santo es larga, negra, triste: Cristo es inmolado en la Cruz Por nosotros.

La Vía Sacra empieza. Son las doce de la noche, Cristo Crucificado se encuentra a las puertas de la iglesia.

Resuenan las estrofas de las estaciones de la Vía Sacra.

El Crucificado avanza en un mar de velas por calles Estación y, en el Parque del Doctor Villanueva, el olor de los cirios se funde con el olor de la primavera. Al pasar por el Cementerio el silencio es absoluto, sólo se oye el crujir del madero. Arriba, en el Calvario, la Madre mira a su Hijo. “Todo se ha consumado”.

Es Viernes Santo. La Banda de Música de Miraflores y Gibraljaire alegran la mañana aunque en el fondo la tristeza nos invade.

Por aquello del barroquismo, del sentir andaluz, aunque a Jesús lo vimos crucificado allá en el Calvario, esta mañana lo vemos con la Cruz a cuestas: Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Él parece bendecirnos cuando aparece por el dintel de la puerta de la Iglesia. Es el Nazareno de los mondeños.

Las saetas son incesantes y las bandas de música se dejan oír por todo el recorrido.

Nadie quiere que acabe la procesión. Por calle Estación suben Jesús de Azotes y Columna, Jesús Nazareno y su Madre. En la plaza se rinde homenaje a las tres imágenes. Nadie quiere que se encierren. Aplausos, saetas y más aplausos. Los Horquilleros los miman.

Es Vienes Santo. Hay un silencio sobrecogedor solo roto por el Himno nacional que saluda a Cristo yacente que aparece majestuoso entre cirios y flores.

La tarde va cayendo. Las primeras estrellas aparecen cuando Cristo Yacente avanza en procesión por las Erillas.

La tarde ha caído sobre Monda y las puertas de la Iglesia se abren para dar cobijo al catafalco que lleva la Vida muerta, detrás va su Madre.

Ya es media noche. El Stabat Mater resuena con pena en todos los rincones, es el saludo a la Virgen de los Dolores, a la Madre que ha dejado a su Hijo en el Santo Sepulcro y sale en su soledad para decirnos que es nuestra Madre también, que no la dejemos sola. Y Monda le acompaña entre cantos y rezo del Santo Rosario en un río serpenteante de velas.

La Pasión y Muerte de Nuestro Señor es la doctrina del buen cristiano, del buen cofrade, para llegar a… Domingo de Resurrección: “Resucitó como lo dijo. Aleluya”.

La mañana es luminosa. Los nazarenos sin el capirote de la penitencia.

Cristo Resucitado mira hacia la plaza, hacia los presentes.

El recorrido es alegre, las campanas repican, la música tiene otro ritmo.

Y, vuelto a la plaza el Resucitado triunfante, la música, los aplausos y los vivas se funden con la inmensa alegría de los presentes.

¡Cristo ha resucitado!


Programa Hermandad S. y P. de Monda 2007

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